Rescatarnos durante un ataque de pánico

Escribo esta entrada al despertar de un sueño donde una persona sufría un ataque de pánico y he sentido la necesidad de escribir sobre ello.

Para los que sufrimos ansiedad, o la hemos sufrido, sabemos lo difícil que es hacer una vida normal. Yo viví con ella durante muchos años. Hay momentos en los que la ansiedad es tan aguda que aparecen los terribles ataques de pánico. Mientras que la ansiedad persiste en el tiempo por causas conocidas o desconocidas (a veces hay que profundizar), un ataque de pánico es muy angustioso porque llega sin avisar, en cualquier sitio, en cualquier momento.

Uno de mis peores ataques de pánico fue camino de una entrevista de trabajo, en plena calle. Fue totalmente terrorífico, una amenaza de muerte, me sentí tan desprotegida… Algunas personas me miraban pero era incapaz de emitir una sola palabra, no quería que me vieran en ese estado e intentaba hacer como que estaba bien pero yo no controlaba la situación, la situación me controlaba a mí: sudaba, los ojos totalmente abiertos sin pestañear, no podía respirar, creía que me volvía loca porque no podía dejar de tener pensamientos perturbadores y una sensación… esa sensación… de caer en un agujero sin fin, se apoderó de mí y estuve a punto de desmayarme. En esta ocasión y en ese estado lo que «me salvó» fue una llamada. Por aquel tiempo no tenía móvil y llamé a casa de mis padres desde una cabina telefónica, haciendo un esfuerzo sobrehumano para descolgar, insertar las monedas y marcar el número. Nada más. Y digo nada más porque lo de hablar estaba claro que no podría ser y eso me provocó más angustia por la preocupación que les iba a generar a mis padres; pero en esa ocasión, no veía otra opción. Fue mi madre quien me reconoció por mi respiración agitada y los sollozos. En esa época tenía una fuerte depresión y cuadros de gran ansiedad pero, a pesar de ello, luchaba con todas mis fuerzas por trabajar, estudiar y construir mi vida. Apenas podía sostenerme en pie pero escuchar su voz, aunque con un eco característico en estos estados, me hizo recobrar la calma lentamente.
La fase más aguda del ataque de pánico duró unos 15 minutos, aprox, pero la sensación de miedo, debilitamiento e irrealidad me duró horas.

Lo mas importante es reconocer los síntomas previos porque se vive una cierta extrañeza que te alerta de que algo va mal. Ese momento es crucial. Instintivamente, quieres huir para no sentirte así pero es justo lo contrario lo mejor que puedes hacer, cuanto más lo bloquees peor te vas a encontrar.

¿Cómo me he rescatado sola de este tipo de ataques?

Para mí, lo que más me ha ayudado ha sido la aromaterapia y recitar unas palabras como un mantra o tararear el ritmo de alguna canción (la música es vital para mí). Cuando aparecía la extrañeza y mi corazón empezaba a acelerar su ritmo, automáticamente sacaba del bolsillo un pequeño frasquito con «mi esencia», cerraba los ojos y mientras dejaba que el aroma penetrara en mí, me decía: «pasará, lo vas a superar». Abres los ojos y vas tomando conciencia del momento y la situación.
Escribir sobre ello también me ayudaba a entender qué me pasaba. Analizaba el momento en que me ocurría para entender dónde estaba el miedo. Al exponerse a la situación y no huir te das cuenta de que nada de lo que tu mente te dice sucede en realidad. Incluso hay que ir más lejos para hacerle entender a tu miedo que él no tiene el control: oblígate a vivir situaciones que te aterran. Eres capaz de lo que te propongas.
El miedo exagerado nos debilita y enferma. Hay que hacer un gran trabajo interno, de autoconocimiento y autocontrol.
Cuando aprendemos a vivir en el momento presente aceptando que nada permanece, que la vida es una sucesión de eventos cambiantes y que la adaptabilidad es lo que te permite sentirte en bienestar, todo es más llevadero. Acude a la montaña para conectarte con la fuente de energía , observa los árboles y las plantas a lo largo de los meses: cuántas transformaciones son capaces de tener….

Si te identificas con mi experiencia, pide ayuda a alguien de confianza, ocultarlo sólo agrava la situación. Expresa lo que sientes, habla de tu dolor y de tus miedos.
Quiero decirte que lo estás haciendo muy bien, lo estás haciendo lo mejor que sabes y puedes. Confía en ti.

En cuanto a la Aromaterapia, recomiendo: aceites esenciales de lavanda, manzanilla, jazmín*, ylang ylang, romero, naranja o mandarina.
También puedes llevar un poco de la colonia que más te gusta, alguna especia, como una nuez moscada, un trocito de canela en rama… en fin, eso lo elige cada uno. Algo que te haga sentir en calma y con seguridad, eso es lo importante.

He elaborado un perfume sólido de jazmín para ilustrar este post que espero pueda ayudar a quien lo lea o pueda recomendarlo a quien lo necesite. Si clicas la imagen, podrás verla a mayor tamaño en mi página web.

“Si toda cosa ocurriera como a mí me gusta o como la hubiera planeado nunca experimentaría algo nuevo. Mi vida sería una repetición infinita de viejos resultados, cuando cometo un error experimento algo inesperado.”
― Hugh Prather―

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.